domingo, 8 de abril de 2012

Capítulo V. La vuelta a casa

Al  pasar el tiempo, aunque seguía sin poder apenas moverme, ya estaba mucho mejor, y empecé a pensar seriamente en que era posible que me mandaran a casa sin tardar mucho.  Lejos de alegrarme, esa posibilidad me daba miedo.  En el hospital estás muy arropada.  Sabes que una pulsación al timbre de la enfermera va a solucionar cualquier necesidad que tengas en unos minutos.  En casa no sabes qué va a pasar.  Mi preocupacón fundamental era que seguramente iba a necesitar tanta ayuda de Fernando y de mis hijos que terminarían por cansarse, por hartarse de mí. Pensaba que al poco tiempo de estar en casa todos íbamos a añorar el hospital.  No es cierto.  Hace casi dos meses que estoy en casa y voy al hospital 3 veces por semana, a rehabilitación  (gracias a Dios, porque lo noto mucho, voy mejorando cada día y cada vez me parece más real  la posibilidad de recuperarme.

Además, en casa son más las alegrías y las ventajas que los problemas.

Primera ventaja, Fernando y mis hijos ya no tienen que andar corriendo de casa al hospital  y vuelta, varias veces al día.

Además de darles alegría y más tranquilidad, el hecho de que yo ya no esté en el hospital les concede más tiempo para organizarse mejor , a Fernando para su trabajo y para la organización de nuestra casa, y a nuestros hijos para sus estudios y su vida social (ahora tienen más tiempo para salir con sus amigos y para estudiar, aunque sólo sea el que invertían en ir y venir al y del hospital!!!!)

Otra ventaja, después de casi  5 meses durmiendo en camas de diferentes hospitales, volver a dormir en mi cama ha sido una de las grandes satisfacciones de mi vida.



Y por último, pero no por eso menos importante, Ahora que estoy en casa, sé que he dejado de fumar.  Lo dejé mientras estaba en el hospital, muy convencida porque tengo un estrechamiento  muy grande en la carótida y los médicos me dijeron que fumar “quita luz” a las arterias, es decir, tiene un efecto en las arterias parecido al colesterol.  Así que decidí dejar el tabaco para mnimizar las opciones de que pudiera repetirse el infarto cerebral, pero en el hospital era imposible fumar, por lo que para mí “no tenía mérito”.  Yo pensaba que la prueba de fuego en cuanto  al tabaco, la pasaría en casa, cuando vinieran a verme mis amigas, o al salir a tomar algo a una terraza, ahora que enpieza a hacer bueno y apetece un café con hielo sentada al sol.  Y era verdad.  Desde que estoy en casa me ha apetecido fumar alguna vez, pero el esfuerzo para controlar las ganas y vencer la tentación no ha sido tan grande como pensaba que sería.  Es que mi motivación para dejar de fumar es tan fuerte como que me puede repetir el  ictus y¡¡ eso es lo último que quiero!!



Aunque yo, personalmente, estaba muy bien en el hospital Miguel Servet, en casa estoy de maravilla.  Además, es verdad lo que me dijeron las médicos rehabilitadoras de que en casa se mejora.  El simple hecho de cambiar de postura o de incorporarte en la cama, te obliga a utilizar tus músculos abdominales y /o dorsales.  En el hospital había ciertas ayudas  como por ejemplo las barras de protección de la cama donde me agarraba para cambiar de postura o el estribo que colgaron de una barra de acero sobre mi cama el mismo día que ingresé, co el que me ayudaba para incorporarme.  En casa, o lo hago sóla o tienen que ayudarme mi marido y mis hijos y prefiero hacer sóla esas pequeñas cosas para no cargar demasiado la espalda de mis tres chicos que, aunque sean muy fuertes, tenen que tenerla ya muy cargada de tanto ayudarme a levantarme y sentrrme, a dar unos pasos y a todo lo que me ayudan, así que si puedo liberarles para esos pequeños movimientos, prefiero hacerlo.  Me siento mejor por ellos y también por mi misma

Por si fueran pocas ventajas, en casa se mejora el ánimo.  Se ve todo desde una perspectiva más alegre.  Nosotros aprovechamos cualquier transferencia desde la silla de ruedas para dar unos pasos apoyándome en Fernando y en Javier o Nano.  Creo firmemente que esto hace que mejore, y tambiénque mejore mi ánimo.

Me emociona la responsabilidad con que han aceptado  mis hijos lo que nos ha ocurrido.  Nunca he dudado de su cariño.  Nunca he tenido motivos.  Pero  valoro muchísimo que me lo demuestren tan claramente, que no se hayan cansado de ayudarme, a pesar de que ya ha pasado un tiempo considerable… más de cinco meses… y ellos siguen ahí, dejando sus cosas para ayudarme y además con su mejor sonrisa, con su alegría juvenil que es, gracias a Dios, contagiosa. 

2 comentarios:

  1. Si señora, tienes unos hombres excepcionales y como en casa en ningún sitio, y sobre todo con tu "baño obra maestra "de ese pedazo de marido que tienes. ¡Que avanzarás, no lo dudo!, porque por algo mi amiga tiene.......femeninos, bien puestos. y los profesionales del Miguel Servet están ahí, para seguir aconsejando.

    ¿Sabes Tere! si le miramos el punto positivo a todo esto, como se dice en la de tan de moda "Resiliencia", te aconsejo los libros de José Carlos Bermejo, sobre este tema y sobre "Inteligencia Emocional", del Centro de Humanización de la Salud de los Camilos. Tú que eres una apasionada lectora sabrás sacar las claves que en ellos están....y verás que este triste trance, tiene una respuesta más que buena y es descubrir lo que ya se sabe, pero se da por hecho: el bueno, fuerte y enamorado hombre, que tienes de esposo, y el par de hijos tan hermosos por fuera como por dentro. Por lo demás la vida sigue y los amigos con ganas de salir contigo a tomar un café descafeinado, o una "cervezuqui" sin alcohol, también.

    ResponderEliminar
  2. Tere, siempre has sido un ejemplo de tenacidad y fuerza vital para los demás. no tengo ninguna duda de que vas a superar esto. ¡Mucho animo!. Nieves.

    ResponderEliminar